Una bendición de salud curó mi cáncer

Por: Miguelina Valenzuela

Una bendición de salud curó mi cáncer

“Sé que mi Padre Celestial me ama y me dio una nueva oportunidad para vivir”. Cuenta la hermana Pedraza, actual misionera de La Iglesia, en la Misión Santo Domingo Oeste, en República Dominicana

Marisol Pedraza Espinosa, hoy día hermana Pedraza, tenía 26 años cuando le diagnosticaron cáncer de ovario. Una joven de Tizayuca, Hidalgo, México; que, en ese momento, vio frustrado su sueño de terminar una maestría en Dirección de Empresas Turísticas que estaba cursando, y el anhelo de tener una agencia de viajes. Como muchas jóvenes de su edad, deseaba superarse para ayudar a su familia.

Al asistir a una consulta médica a raíz de un fuerte dolor en el ovario izquierdo, le diagnosticaron un tumor de 15 centímetros que debían extirpar a la mayor brevedad. Luego de someterse a varios estudios, le realizaron una cirugía en la que extrajeron dicho tumor. Pensó que lo peor había pasado; sin embargo, no fue así. “A los 20 días después de la cirugía, al entregarme los resultados de la patología, el doctor me dijo que el tumor era maligno; un cáncer de alto grado con el que me quedaba un año de vida”, narra con lágrimas en los ojos.

Un laberinto sin salida

El desalentador pronóstico de vida, hizo que la hermana acudiera a varios hospitales en busca de una tercera opinión; desafortunadamente, la encontró. “Me dijeron algo peor: que cuando sacaron el tumor hubo un problema y el cáncer había hecho metástasis; que por esta razón debían de realizar otra cirugía para extraer el ovario izquierdo y la matriz, así que comencé a realizar muchos estudios complementarios, antes de la nueva cirugía”.

Confundida, devastada y aterrada ante este nuevo panorama, la hermana Pedraza estaba a punto de perder las esperanzas. “Pensé: ¿Por qué a mí? Nadie en mi familia ha padecido cáncer, soy muy joven para morir, ¡Ya no podré tener hijos!”

En ese momento, el apoyo de su familia era su refugio cuando pensaba que todo estaba perdido. “Mi madre me acompañaba a todas mis citas médicas y mis hermanos estaban al pendiente de mí, al igual que mi padre”.

Una bendición de salud curó mi cáncer

Vida después del cáncer

Conocí a una exmisionera llamada Keyth Suderio. Ella era de Brasil, pero vivía en México. Al contarle de mi caso, me dijo que en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, podrían darme una bendición de salud por medio del sacerdocio”, recuerda la hermana.

Sin contar con mucha información sobre lo que le estaban ofreciendo, pero con el anhelo de recuperar su salud, aceptó recibir dicha bendición. “Sidney Suderio, papá de Keyth, me dio la bendición; estaba presente su esposa, Rosangela Ribeiro y su hija Keyth Suderio. Me senté en medio de la sala, colocó las manos sobre mi cabeza y sentí mucha paz, mientras escuchaba cada palabra que salía de su boca…Sentí esperanza de que todo iba a estar bien,” relata.

“En los días siguientes, fui a mi cita médica para firmar el consentimiento de lo que sería mi nueva cirugía. Mientras esperaba, entró el oncólogo ginecólogo y me dijo que mis estudios habían salido bien, que no había más cáncer en mi cuerpo”, recuerda la hermana, al tiempo que nos dice que ese día lloró de agradecimiento al ver el milagro que estaba sucediendo en su vida.

Ya han pasado dos años desde que la hermana Pedraza está libre de cáncer. Ver la mano de Dios en su vida, le hizo interesarse en conocer La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a la cual se unió hace un año y seis meses. “Yo quería agradecerle a Dios por una nueva vida y decidí acercarme más a él y servirle”, nos dice con gran emoción.

Una bendición de salud curó mi cáncer

Una misión en República Dominicana

“No estaba en mis planes ser misionera; sin embargo, sentí una impresión fuerte de dejar todo y salir a invitar a las personas a que vengan a Cristo; que sepan que nuestro Padre Celestial nos ama a todos y compartir mi testimonio de que los milagros no cesan. Deseo ayudar a las personas a que fortalezcan su fe y recordarles, que tenemos un amoroso padre Celestial que quiere lo mejor para nosotros”, narra.

Fue así como decidió servir una misión. Actualmente, se encuentra en la Misión República Dominicana, Santo Domingo Oeste, con tres meses en el campo misional.

“Sé que Jesucristo vive, sé que él me sanó y sé, sin ninguna duda, que a través de la bendición de salud que recibí por el poder del sacerdocio, el cáncer desapareció”, concluye la hermana, con brillo en sus ojos y firmeza en sus palabras.

Metas después de la misión:

Al finalizar su misión, la hermana Pedraza desea continuar sirviendo a Dios; tener una familia dentro del evangelio, terminar su maestría y tener su propio negocio.