La historia Valentina Pareja Martínez

La historia Valentina Pareja Martínez

Mi nombre es Valentina Pareja Martínez. Nací en Colombia, pero cuando tenía 1 año mi familia y yo nos mudamos a Aruba y luego a Curazao. Nací en la iglesia, me bauticé a los 8 años y tuve el privilegio de ser bautizada por mi padre y el mismo día de mi mejor amiga, Lineth Murillo. Mi familia se selló en República dominicana en el 2003.

Me encantaba ir a la primaria, compartir mi testimonio con los demás y aprenderme todos los himnos de la primaria. Todas las noches antes de dormir cantaba algunos himnos de la primaria y también del himnario verde y así dormir tranquila.

Siempre supe que quería servir una misión de tiempo completo, cada vez que preguntaba en la primaria que quien iba a ir a la misión, yo era la primera que levantaba la mano.

Al cumplir los 19 decidí prepararme y alistar todo para irme para la misión. Empecé a llenar los papeles y en enero del 2017 llegó mi llamamiento misional, fue muy emocionante porque fui asignada a la misión Santo Domingo Este, República Dominicana. Ya conocía gente por esas partes ya que con algunos jóvenes habíamos ido al templo y a algunos barrios.

No fue fácil, desde el principio todo fue un caos, pero bueno, debía salir el 27 de abril, luego se cambió para el 3 de marzo, pero el 28 de abril recibí la llamada de que viajaría el 30 de abril e iba a empezar mi misión en Trinidad y Tobago. Estuve allí 4 días, luego viaje a Aruba donde serví por una semana y media y luego viaje a Curazao a servir en mi “Tierra Natal”. Fue algo raro e incómodo. Después de semana y media por fin pude ir al CCM de República Dominicana y por fin empecé donde fue asignada.

Aunque hubo muchos cambios, aprendí que lo más importante no era donde me mandaran, sino servirle al Señor con todo mi corazón, en cada parte donde estuve, vi muchos milagros y muchas veces vi la mano del Señor. Aprendí que el Señor nos necesita a todos, no solo a los misioneros de tiempo completo, para llevar a cabo su obra. Los misioneros solo están por un corto período, nosotros como miembros de la Iglesia, debemos seguir con esa labor tan maravillosa a lo largo de nuestras vidas.

Esta es solo una parte de la maravillosa historia que se vive al ir a una misión y puedo decir sin lugar a duda, la misión es la mejor época para mi vida.