Servir en el templo ha sido una gran bendición en mi vida

Hermana Anglada

Recuerdo perfectamente el día que nos bautizamos, los miembros de la Iglesia y los misioneros que nos enseñaron el evangelio nos hicieron sentir amados, fue un dia muy especial en nuestras vidas.

Lamentablemente mi esposo y yo no tuvimos la oportunidad de sellarnos en el templo cuando él aún vivía, es por esto que cuando supe que tendríamos un templo en nuestro país la alegría que sentí fue indescriptible. Trabajé como voluntaria durante las actividades de la casa abierta y la  dedicación. El primer dia que el templo empezó a funcionar hice mi investidura y dos meses después me sellé a mi esposo por las eternidades.

Una vez hice mi investidura, fui llamada a servir como obrera en el templo, los primeros años servía cinco días a la semana, ahora por mi edad avanzada y la dificultad que implica llegar al templo solo puedo servir dos días, pero lo hago con amor y entrega. Los días que tengo asignados salgo de mi casa a las 6:00 am para estar en tiempo en mi turno, el recorrido para llegar al templo lo  hago en un autobús público  y me toma una hora, tiempo que utilizo para observar a las personas que están a mi alrededor y buscar oportunidades para hablarles del evangelio.

Agradezco la bendición de poder servir a mis 84 años en la Iglesia y en el templo. Para mí  el  templo es una bendición y siento que he llegado a la edad que tengo, con el ánimo y las fuerzas que tengo en gran parte por la oportunidad de servir en el templo cada semana, esto me da ánimo, me hace sentir feliz, me da una razón para levantarme a pesar de las dificultades del cuerpo físico y continuar adelante y lo más importante siento el amor de Dios cuando estoy en Su casa al igual que  el amor de tantos hermanos que a través de los años he conocido mediante mi servicio.

No puedo describir con palabras los sentimientos que me embargan cuando estoy en la casa del Señor, mi deseo es que todos los hermanos en la Iglesia al igual que yo puedan también ser bendecidos mediante un servicio fiel al Señor en Su casa.


Hna. Anglada

Andrea Anglada, nació el 30 de noviembre 1932 en Santo Domingo, República Dominicana. Tiene dos hijos, es viuda y vive sola desde que su esposo falleció en el año 1995.

Conoció la Iglesia en el año 1989 a la edad de 57 años y se bautizó junto a su esposo el 11 de noviembre de ese mismo año en la capilla de Alma Rosa, estaca Ozama.