
Nefi y su familia debían cruzar el océano hacia la tierra prometida. Para poder lograrlo, él construyó un barco con la ayuda de sus hermanos y reunió todo lo que era necesario para el peligroso viaje. El viento los llevaba hacia delante a su destino. Al poco tiempo, Lamán y Lemuel, y los hijos de Ismael, empezaron a bailar, cantar y hablar con mucha rudeza. Ataron a Nefi y como resultado dejó de funcionar la brújula que los guiaba a la tierra prometida. Una grande tormenta surgió y amenazaba con destruirlos.
Comparemos ahora la historia del hermano de Jared navegando hacia la tierra prometida. Luego de recoger los alimentos y los animales necesarios, entraron a las barcas encomendándose al Señor su Dios. El Señor causó que un viento furioso soplara sobre el agua. Fueron echados de un lado a otro por el viento sobre las olas del mar.
¿Cuál de estas travesías hubiera sido más cómoda para usted? A mí me parecen iguales tanto en el nivel de incomodidad como en la incertidumbre. En el caso de Nefi, las dificultades se pueden atribuir a la iniquidad de Lamán y Lemuel. En el caso del hermano de Jared, vemos que el viaje como tal es violento. El viaje a la tierra prometida no es un curso fácil y llano; puede llegar a ser brusco y escabroso.
¿Cuáles son las diferencias que observamos en las dos historias que nos pueden ayudar? Cuando los hermanos de Nefi se dieron cuenta de que se iban a hundir, lo soltaron con la esperanza de que su relación con Dios los ayudara a sobrevivir. Con muñecas y tobillos hinchados, Nefi comenzó a alabar a Dios todo el día y nunca murmuró en contra del Señor a causa de sus aflicciones. En el versículo 21 leemos: “Y aconteció que después que me hubieron soltado, he aquí, tomé la brújula, y funcionó conforme a mis deseos. Y ocurrió que oré al Señor; y después de haber orado, los vientos cesaron, y la tempestad se aplacó, y hubo gran calma”.
El hermano de Jared, por su parte, “le [cantaba] alabanzas al Señor; sí, el hermano de Jared le cantaba alabanzas al Señor, y le daba gracias y loor todo el día; y cuando llegaba la noche, no [cesaba] de alabar al Señor”. Tanto Nefi como el hermano de Jared alababan al Señor, oraban y cantaban volviendo sus corazones hacia Él, quien los podía salvar y guiar.
Con agradecimiento por sus múltiples bendiciones y confianza en la bondad de Dios, ofrecían su devoción a Dios durante su peligroso y arriesgado viaje hacia la tierra prometida. El himno “Paz, cálmense” nos recuerda la lección que los apóstoles tuvieron que aprender: “Paz, cálmense”. Las aguas no dañarán el barco en el cual yace el Rey de los cielos y de la mar.
La pregunta que nos debemos hacer es ¿cómo logro que el Maestro vaya en mi barco?
El ejemplo del arrepentimiento sincero de Enós nos indica por dónde empezar, así como el sermón del Rey Benjamín sobre cómo retener la remisión de nuestros pecados. Alma y su pueblo fueron liberados al honrar sus convenios aun ante gran adversidad.
El Libro de Mormón es poderoso al enseñarnos cómo quedarnos cerca de Jesucristo de manera que podamos llegar sanos y salvos a la tierra prometida. Yo propongo un reto: que leamos todos nuevamente el Libro de Mormón. Busquemos aprender cómo Jesucristo puede navegar con nosotros a la tierra prometida, cómo desarrollar la fe y la confianza que nos permita estar calmados en medio de las tempestades y aflicciones del viaje. Según lea, compare las historias con su propia vida. Considere cómo esas historias se aplican a usted y comparta con otros lo que ha aprendido. El Libro de Mormón es en verdad el libro más correcto del mundo y fue diseñado para nosotros en estos días peligrosos para poder arribar a la tierra prometida. Según nos invitara a hacer el presidente Ezra Taft Benson hace años, ¿por qué no inundar la tierra con historias del Libro de Mormón y sus aplicaciones contemporáneas y así aumentar la fe en el Señor? Él vive y está cerca de todos los que lo buscan y le sirven. El Libro de Mormón ancla mi alma a Cristo y hará lo mismo con todos los que vivan por sus preceptos.
1 Nefi 18:16
1 Nefi 18:21
Eter 6:9
Himnos, 54
Mosíah 4:26
Mosíah 24:11-16