Cuando presidí por 3 años la Misión de San Juan Puerto Rico junto con mi esposa y nuestros tres hijos, tuvimos la oportunidad de celebrar tres Navidades muy especiales. Presentaciones musicales, comida, luces y todo lo típico de la hermosa época, pero esta vez, celebrando con una familia de más de 100 misioneros; ¡un poco más grande de lo acostumbrado! En la última Navidad en la Misión decidimos hacer algo diferente y significativo. Junto con un grupo de 12 misioneros organizamos un coro y nos emprendimos a la tarea de ir a cantar y llevar mensajes de amor dando esperanza a los más necesitados. Fuimos a orfanatos, hospitales, cárceles, hogares de ancianos, oficinas de todo tipo y también visitamos familias en sus casas. Todo esto por casi tres semanas consecutivas. Físicamente fue muy agotador. Pero emocionalmente fue indescriptible. Lágrimas, sonrisas, abrazos. La mayoría de las personas que visitamos estaban de alguna forma ya sea enfermos, desanimados, tristes y en muchos casos solos.
Esto me hace recordar que la esperanza que El Salvador ha prometido es que, “el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá.”
Ángeles declararon a humildes pastores: “Que nos ha nacido en la ciudad de Belén un Salvador que es Cristo Jesús”
El Ángel al venir a María le dijo: Darás a luz un hijo, el cual es el hijo de Dios.
Ese Hijo, Jesucristo, hoy nos ofrece su expiación infinita, su consuelo, su amor, el entendimiento que lo que estamos pasando.
Él lo ha sentido y nos puede librar de la frustración y el dolor.
Él nos dice “Venid a mi los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar, con la paz que sobrepasa todo entendimiento. Mi paz os dejo, mi paz os doy no como el mundo la da…”
Jesucristo reparará cada mala nota, y redimirá todos nuestras tristezas, si confiamos en Él, y pedimos Su ayuda.
Eso es exactamente lo que nuestra familia experimentó al visitar y llevar el mensaje de las Buenas Nuevas a esas personas.
Un cuadro de Navidad decorando una pared en nuestra casa tenía el siguiente mensaje:
“La magia de la Navidad no está en los presentes sino en que
Él esté presente”
En esa navidad no hubo casi tiempo de comprar regalos. Nuestros hijos recibieron regalos bien sencillos. El Año siguiente llevé a nuestra familia de vacaciones con divertidas atracciones buscando igualar o superar la Navidad del año anterior. Mis hijos entonces me dijeron: “Papá, gracias, te estas esforzando mucho, la Navidad siempre es una época hermosa, pero aún con todo esto nada iguala el sentimiento de felicidad y esperanza que vimos en las caras de la gente que visitamos el año pasado. ¡Fueron los mejores regalos que hemos recibido!”
Hoy estamos viviendo, confusión, caos, cuarentena debido a la pandemia del Covid-19, el mundo aún así está celebrando la navidad. ¡Qué bueno! Es un gran momento para recordar y celebrar el nacimiento de aquel que nos ha librado, el niño nacido en un pesebre en Belén. A dónde llegaron pastores a adorarle y más tarde Reyes con oro, incienso y mirra. Hoy, yo quiero adorarle.
“Es bueno recordar que quien da dinero da mucho; quien da tiempo da aún más; pero aquél que da de sí mismo, todo lo da”
El presidente Russell M Nelson animó a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a “aceptar los muchos regalos y bendiciones que ofrece el Señor,” incluyendo una ilimitada capacidad de amar, la habilidad de perdonar, la bendición del arrepentimiento y la promesa de una vida eterna.”
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Lucas 2:14
¡Que esta navidad sea una de dar en vez de recibir! Seamos las manos del Salvador para levantar, animar, elevar y llenar el corazón de esperanza, amor, caridad, servicio y unidad! ¡Que el distanciamiento social no nos separe de lo que es más importante para nosotros! Un texto, una llamada, una videollamada o una nota en el correo que lleve una expresión del verdadero significado de la navidad, el Jesús que nació en Belén para salvarnos.